Close
Interludio VI

Interludio VI

Fotografía en blanco y negro. Un hombre observa la ciudad de Nueva York desde una de las torres del George Washington Bridge.
Jack Rosenzwieg, View from New York tower of George Washington Bridge, 1936

I – Recapitulación de la temporada

Como fue costumbre, este año he decido hacer un nuevo interludio. Al principio pensé en dejarlo pasar y centrarme en algunos relatos breves, pero como el año pasado prescindí del preludio, al final he decidido que era importante dedicarle una nueva entrada. Desde mi anterior reflexión sólo ha habido seis entradas, siendo una de ellas, una entrada dedicada a Anna Ajmátova (1889–1966), una de mis poetas favoritas. El resto han sido relatos breves y un relato epistolar. En lo que va de año, sólo he podido subir un relato, El faro de los ositos, una transformación curiosa de esos relatos donde el protagonista tiende a refugiarse en un rincón de un mundo que se ha convertido en depredador. Aunque en apariencia el relato pudiera ser infantil o extravagante, espero que el uso específico de aquella voz del narrador y algunos elementos como la vinculación que existe entre las personas y aquellos seres, hubieran dando a entender de que el relato no se queda en la descripción de un mecanismo de defensa o que el protagonista mantiene una regresión para sobrevivir a la realidad que se le torna amenazante. Hay algo más.

Las razones de esta escasez de entradas se debe a que últimamente no dispongo de energía suficiente para ponerme a escribir. Paso el tiempo libre leyendo, estudiando y aprendiendo otros quehaceres. Escribir para mí es importante, pero cada vez evito más sentarme delante del ordenador o hacer un relato como mero pasatiempo. Ahora que tengo una gran colección de nuevos relatos, creo que debo cuidar más la calidad y dedicar especial atención a la clasificación de cara a crear un futuro gran índice explicativo, con enlaces internos, sinopsis y anotaciones. A este hecho le debo añadir que tengo otros blogs y proyectos (algunos bajo otros pseudónimos). Por desgracia o fortuna, ya he dado por concluido algunos de ellos pero esta experiencia, que en principio iba a buscar una diversidad enriquecedora, ha terminado resultando una experiencia disociativa. Lejos de crecer, siento que me he ido dividiendo en pequeñas versiones humanoides de mí mismo, no logrando hacer en un mes lo que antes hacía en una sola tarde libre.

En relación al blog, he de confesar que en más de una ocasión he pensado en remigrar el blog a WordPress u otra plataforma gratuita aunque ello supusiera perder cierto control sobre el propio blog y prescindir del tema y de los plugins que tanto tiempo me costó encontrar. Es algo que todavía estoy barajando y aunque ello no supondría ningún cambio en relación a las entradas y a la calidad de las mismas, sí podría ser perjudicial en cuanto a la presentación del blog, su aspecto, configuración y posicionamiento SEO, ya que las plataformas gratuitas presentan notables limitaciones en casi todos los aspectos. Si eso ocurriera, no pasaría nada, el blog simplemente cambiaría de dominio, tendría un template más liviano y el boletín pasaría a quedar gestionado por el de la propia plataforma. De todas maneras, si pasara, avisaría antes de realizar la migración.

Hablando de los plugins, el otro día decidí restablecer el sistema anticopia en la mayor parte de las entradas. Sé que no es una medida popular pero debido al mal uso que hacen algunos internautas no me ha quedado otra opción. Personalmente me hubiera resultado más fácil incrustar unas líneas y bloquear el click derecho del ratón en pantalla o el resalte del texto, pero precisamente porque sé que esto puede ser estresante para algunos (yo mismo resalto el texto mientras navego por costumbre) busqué un plugin que permitiera bloquear sin llegar a ese extremo. Además, siempre dije que los seguidores del boletín pueden pedir copias del material o incluso hacerme preguntas sobre algunas de las entradas. Como sé que algunas entradas son muy visitadas desde centros educativos, decidí desactivar la protección en todo este conjunto de poesías, para que tanto docentes como alumnos pudieran usarlas para sus trabajos más cómodamente. La cuestión es que no pasó ni un par de semanas cuando ya vi varios de mis textos, incluyendo poesías, en las redes sociales, estando una de ellas atribuida a una persona ajena al blog. En la red del lagarto me sorprendió que una persona copiara la entrada íntegra que dediqué a Gabriel Escorcia Gravini (1891-1920) y La gran miseria humana (c.1918), incluyendo no sólo el poema completo (algo que no me parece descabellado), sino los párrafos que yo había destinado a su persona, después de haberme pasado varios días recopilando lo poco que había de él en bases de datos académicos y archivos digitalizados que sólo un historiador o alguien con experiencia en documentación puede encontrar. Cualquier periodista hace uso de información sin citar, pero al menos éstos parafrasean y disimulan un poco. El gachón eliminó toda mención a mi blog, incluyendo la bibliografía y lo que más gracia me hace son dos cosas: la primera es que al copiar y pegar, copió también el subtítulo de la entrada. La segunda es que tenía docenas de poesías y fragmentos (de otros blogs) y no sólo atribuía la autoría sino que también colocaba el link de dónde había sacado la información aunque el blog citado realmente no añadiera ninguna información y sólo se limitara realmente a subir el poema que previamente copiaría de otra web. Es decir, que citaba a casi todo el mundo menos a mí. Por lo que sea. Algo curioso y aquí me quedo sin saber el motivo.

No es la primera vez que me pasa, de hecho tengo una carpeta con cientos de capturas. Lo que más me dolió fue que una mujer copió un párrafo entero de una de mis primeras cartas a Marcos, haciéndola pasar por suya. Aquella acción no sólo era un plagio sino un acto ruin y mezquino. Ella no forma parte de la historia y por tanto no tenía derecho a hacer uso de aquellas palabras que habían nacido en un contexto tan delicado e íntimo. Estos plagios no sólo sacan a uno de sus casillas, es que provocan quebraderos de cabeza, porque la gente va copiando y pegando y mientras, la autoría se va diluyendo. Y cuando alguien decide borrar el blog o pasa el tiempo, siempre hay uno que se intenta apropiar del material ajeno. Luego, defienden que el material original es aquel más antiguo, como si el autor de un blog, después de borrar su primer proyecto, no pudiera resubir el material posteriormente a un segundo espacio online. Desconocen en primer lugar que cualquier entrada de un blog se puede modificar de tal forma que una entrad de golpe aparezca que fue publicada treinta años atrás. También ignoran que hay sistemas de validación externo que permiten certificar la existencia, el contenido, la autoría y la fecha de un material digital.

II – Novedades

No todas las noticias iban a ser nefastas. Hace años, como ya dije en una entrada o creo que en alguna de mis antiguas cuentas, que estaba preparando una serie de relatos. Éstos fueron completados pero no fueron publicados por varias razones. Unos años atrás quise revisitarlos para modificarlos y corregirlos, pero debido a múltiples problemas de salud lo fui posponiendo. El tema es que tampoco terminaban de convencerme. Había varios relatos posmodernos que no encajaban con el resto y en su conjunto, no había ningún tipo de conexión. Había una historia ambientada en la Francia revolucionaria acompañado de otro ambientado en un planeta lejano. Eran historias detectivescas y de misterio que bauticé con el título provisional de Miradas en lo oculto. En lugar de cometer el mismo error y perder tiempo tratando de reconstruirlos o adaptarlos, los dejé de lado y empecé una nueva historia, buscando un nexo cohesionador, un núcleo común que pudiera ir creciendo hasta configurar un nuevo paradigma dentro de una colección de novelas o relatos. La cuestión es que en principio iban a ser cinco historias conectadas entre sí, un relato introductorio y una serie de relatos cortos que apuntalaran la historia a través de diferentes épocas y contextos socio-políticos. Al final, ese primer relato fue creciendo y terminó siendo técnicamente una novela, aunque no tan extensa como la media pero si por encima de las novellette. La historia ya está terminada pero está en proceso de modificación y corrección. El único problema ha sido la duda de si presentarla sola o con alguna historia más. De momento, creo que lo mejor sería presentar la novela aparte con un relato extra que se me ocurrió después y dejar los relatos para la segunda o tercera publicación.

Presentar la novela primero tendría varias ventajas: me daría tiempo para terminar el resto de relatos mientras ya adelanto la historia y también ganaría experiencia para ver cómo va el tema de la publicación. La desventaja sería que los relatos podrían quedar desconectados de su fuente principal; no obstante, también tendría que decir al respecto que esa complementariedad no afecta en absoluto a la autonomía de cada una de las historias por separado. Una de estas historias, también tiene un cuerpo complejo y podría terminar convirtiéndose en una novela o novela corta. El tiempo lo dirá. De momento, estoy con la primera corrección antes de pasar a la modificación y corrección de estilo. Si entre los aquí presentes, hubiera alguien tan veterano que estuvo en el primer Sombras y Delirios, sabría que tengo otras historias en borradores, una novela inacabada que estuve escribiendo durante unos años como ejercicio personal y un sinfín de relatos. Al revisar las carpetas con los antiguos escritos, he descubierto más de mil folios desorganizados, con historias inconexas que podrían aspirar a configurar una especie de book recopilatorio de ideas, sueños extravagantes y narraciones anómalas. Sé que al menos uno de ustedes llegó a conocer mi primera publicación, material que escribí cuando todavía era menor de edad y que yo mismo maqueté desde mi primer portátil cuando ya iba a la universidad.

No creo que con estas novelas y relatos pueda dedicarme a ello profesionalmente pero si consigo que el proyecto siga adelante, no sólo asentaré los cimientos para futuras publicaciones sino que también lograré mantener a flote los blogs. Algunas personas me recomendaron en el pasado ir a editoriales pero creo que es algo que descarto, al menos durante esta primera serie. Las editoriales reciben miles de borradores y a no ser que seas alguien ya importante, que tenga su comunidad hecha en redes sociales y que tenga ya un publico objetivo de venta, dudo que reclames su atención. Además, el tema de las redes es algo por lo que no quiero volver a pasar. No al menos, entendiendo por éstas las grandes corporaciones diabólicas y todo campo virtual dominado por la mugre y la enshittificación. Además de la superficialidad de los temas ahí tratados, la falta de criterios de calidad y las conductas deshumanizadoras, también está el tema de los dispositivos, que acostumbran a uno a acceder a la información de una manera circunstancial, arbitraria y efusiva, mostrando una mayor predilección  por aquel contenido breve acompañado de imágenes o palabras inflamables.

III – Personon

A nivel personal, la verdad es que no estoy pasando por un buen momento. En verdad nunca he tenido momentos en los que me diga a mí mismo «ahora todo va bien». Cuando estaba a media carrera de Historia, tuve un pequeño desliz de felicidad donde creí que todo mejoraría pero recuerdo que se acercaba ya el verano cuando tuve el primer gran ataque que lo mandó todo por tierra. En aquel momento estaba terminando un máster bastante fuerte y a la vez terminando una formación que empecé tres años atrás. Después de aquello, vino un periodo donde ya casi ni me atrevía a caminar pues fueron varias veces en las que tuve que ir al hospital o al centro de salud. La gente que conocí en los diversos estudios se alejaron pronto de mí, al percibirme como una carga y con alguien enfermo de quien no querían saber nada. Yo sólo pude tirar el móvil a la basura y empezar de cero, pero esta vez el camino se volvió tortuoso, incierto, pesado. En mi anterior entrada, hablé de la enfermedad, pero aquí puede haber una confusión que debo aclarar. La primera vez que tuve los primeros síntomas todavía estaba estudiando Psicología. Fue durante el Camino de Santiago cuando empecé a notar que mi cuerpo fallaba y que nadie de los que estaba a mi alrededor iba a hacer nada por mí. Lo que no sabía es que los ataques luego se volverían más fuertes, hasta el punto de convertir parte de mi piel en una zona devastada, con supuraciones y cicatrices. Esa parte fuerte ya pasó después de la última operación, pero el miedo siempre quedó latente. De ahí que en muchos de mis relatos, aparezcan seres con vísceras inflamadas, supuraciones y fístulas llenas de pus y sangre. Es algo que creo que nunca he contado pero lo mismo pasó cuando me salió la úlcera en la boca. Usé por eso uno de los autorretratos de Léon Spilliaert (1881–1946) donde se puede comprobar que él mismo sufrió aquel malestar. Esa cara extraña, alienada de sí. Son sensaciones que me son tan familiares, pues yo mismo, a través de los relatos, quizás he tratado de conocerme y desconocerme (del dolor, de mí mismo…) buscando encontrarme desde otras miradas o fabulaciones.

Hablando de un tema algo más personal y que está en relación con ese contexto de soledad y aislamiento, he de decir que hace poco sentí por vez primera que tengo el corazón verdaderamente roto. Roto, por todo lo que pasó, por todo lo que perdí hace tiempo y por no saber maniobrar en su momento, por no saber razonar las cosas y esperar siempre que fuera la otra persona la que pidiera perdón, después de enfadarme y quedarme a un margen, congelado dentro de mí mismo, pensando que todo iba a volver a su cauce o que algo mágico iba a suceder porque el destino nos había conjugado. Objetivamente, he vuelto a ese escenario varias veces tratando de recomponer los restos del accidente, buscando culpables, una única razón externa y exculpatoria o una narración que me diga que no pude hacer nada por evitarlo cuando quizá todo se hubiera podido solucionar con una simple declaración pública o una petición hacia la otra persona. Y en relación a esa causa única, aunque he imaginado esa caja negra del aparato estrellado varias veces, posiblemente nunca existió. Al final sólo quedó esa consecuencia, esa sensación subjetiva de pérdida. Pudiera dar igual que yo tuviera la razón y que mis mecanismos de defensa, la intelectualización o el aislamiento, hubieran actuado de manera conjunta para protegerme, engañándome. La cuestión es que después de aquello, sólo hay un campo de batalla destruido. Y creí que había ganado cuando en verdad había perdido. Lo había perdido todo.

En esta entrada quería hablar inicialmente de otra cosa, pero al final salió la herida que me está matando. Seguiré hablando de ello en una segunda parte de mis pensamientos proscritos y puede que si todo va bien, no tarde en subir un nuevo relato.

Suscríbete

No se pierda ninguno de nuestros relatos y poemas.

Boletín libre de spam. Su correo está seguro con nosotros.

Deja un comentario

Close