Hoy vi a la muerte, cruzar un paso de cebra. Índice y notas.
Hoy vi a la muerte, cruzar un paso de cebra,
hoy vi mi vida pasar a través de los ojos de otro.
Su rostro de perla, su rojo de cobre,
indiferencia, belleza lastimada,
en su mirada marina, que sobre mi alma pesa.
Cruzo la niebla, su huella se extingue, amarga.
Miro adelante, la herida está abierta,
las flores bailan, sobre hondos pozos de sal.
Miro hacia atrás, su memoria se pierde,
como el viento al amanecer del sueño del ángel.
Y yo me pregunto: —¡Muerte! Por qué no me quisiste,
por qué no me abrazaste en su momento;
si yo sólo quería, mi oscura celestial,
que tu fueras mi madre.
A lo que ella responde: —Por eso mismo el rechazo,
la fría lluvia y la escarcha bajo tus pies,
porque por mí navegarás siempre a zozobra,
eternamente consumido en llamas sin ceniza.
Pues tu ignoras, perdido, que tú no tienes madre,
y que, como castigo por atreverte a existir,
tú siempre serás mi hijo.