Eterno Desconocido. Índice y notas.
Con el amargo destino de mi signo y la infranqueable voz de mis tormentos, te escucho más allá de las estrellas, viajero errante. Tú, que caminas en silencio, rompiendo la ira de los fríos ecos de la memoria, te escucho abrir las puertas del infinito y caminar entre las tinieblas de los conocimientos proscritos. Danzas más allá de la oscuridad, en el olvido de la vestigial prisión de los mensajeros, en la huracanada antesala de los tormentos. No tienes rostro, ni esperanza o portento, sólo la piedra del alma, que gira en ti reflejando las esencias en las que se descompone la realidad. A veces, sueño con tu presencia, con la tímida observación de tu travesía. Huyes del padecimiento, del angustioso vacío que se extiende por el universo. Con pies ligeros, planeas sobre la inmensa oscuridad de nuestro abismo. Ves las luces nocturnas, los progresos de las incipientes almas condenadas al futuro que ya conoces. Pero tu niegas nuestra existencia, así como nosotros olvidamos tu nombre ¿Qué hiciste para merecer tal castigo? Escucho las leyendas de tu nombre, los actos harto olvidados que te llevaron al destierro. Tu único pecado, la esperanza. Creaste aquellos túneles oscuros, gusanos vivientes que reptaban y todavía reptan en medio de la oscuridad, tanteando las posibilidades del espíritu, conectando las potencias de los planos superiores con los inferiores. En su extraña naturaleza creíste encontrar la esperanza de la que carecías; creíste que aquella era tu misión, la razón última de tu esculpida individualidad. Sin embargo, sólo alimentaste la discordia y el Caos se despertó de su profundo letargo; aquellos ojos que se abrieron, grietas coléricas y de encarnizada furia punitiva, contemplaban el mundo con su más intensa perversidad. Intentaron destruirlo todo y casi lo consiguieron. Aquellas bestias, mantos de irrefrenable destrucción, se elevaron sobre su abismo y se coronaron como señores de la realidad suprema. Tu única respuesta, la oscuridad y el olvido. Caíste en tu propio vacío cuando tu estirpe se extinguió por completo, pero te llevaste aquellos monstruos al deflagrador abismo de las estrellas consumadas. Ahora sólo huyes, caminas por senderos polvorientos y observas con extraña devoción el mar que trascurre por las bóvedas de las estrellas de jade. ¿Qué es lo que te atrae hacia ellas?, ¿Qué emociones olvidadas depositaste en su eterno transcurrir? Te observo y te veo desaparecer en el más desconsolado silencio. Eterno desconocido, incierto amigo, espero que encuentres tu paz.